La vida es un
viaje. Como las
aves, algún día abandonaremos el nido de nuestra infancia para volar con
nuestras propias alas. Descubriremos el
amor, y la mayoría de las veces fundaremos una familia. A lo largo del
viaje de la vida, toparemos con muchos obstáculos.
Podemos padecer una enfermedad, ver marcharse
a un amor o morir a nuestros seres queridos. Nunca estaremos seguros de resolver las dificultades materiales de la
existencia.
También descubriremos lo difícil que es amar,
las pocas posibilidades de encontrar un trabajo que nos llene profundamente, la
frecuencia con que nos asaltan las contradicciones internas, los miedos, la
rabia, las frustraciones, los celos, el desánimo.
A lo largo de la
vida deberemos aprender a vivir. No a sobrevivir, sino a vivir. A vivir
plenamente, con los ojos bien abiertos, conscientes y atentos.
Siendo capaces de elegir a unas buenas personas
con quienes compartir nuestra vida cotidiana, evitando cometer los mismos errores que en el pasado. Todo ello se
aprende con el tiempo y la experiencia.
Pero lo más valioso es tener una mente clara
que nos guíe por el camino de la vida. Así evitaremos extraviarnos, cometer
errores y llevarnos disgustos.
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