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viernes, 31 de enero de 2014

Diez Maneras de ser Muy Feliz

La práctica totalidad de las ciencias han estudiado qué nos hace felices y qué no y las respuestas son tan variadas como investigaciones se han hecho sobre el tema. Estas son diez de las conclusiones más sólidas, a modo de consejo, a las que han llegado los expertos.

1. Haz ejercicio. Aunque sea durante 7 minutos.

Con frecuencia pensamos que no tenemos tiempo para hacer ejercicio, pero sólo siete minutos son suficientes para hacernos un poco más felices. ¿No tenemos siete minutos que extraer de nuestro apretado horario?
El ejercicio tiene un efecto tan profundo en nuestra felicidad y en nuestro bienestar que se ha convertido en una estrategia eficaz para combatir la depresión. Así lo probaba un estudio citado en el libro de Shawn Achor The Happiness Advantage. En él tres grupos de pacientes deprimidos fueron tratados con medicación, con deporte o con una combinación de ambos. Los resultados son verdaderamente sorprendentes: todos los grupos experimentaron una mejoría. Sin embargo, fueron testados seis meses después para comprobar si se habían producido recaídas. Un 38% de los que sólo habían tomado medicación había retomado la depresión, un 31% de los que habían combinado medicación y ejercicio había recaído igualmente, y sólo un 9% de los que habían paliado su depresión con el deporte había recaído a los seis meses.
Los beneficios del deporte, sin embargo, no se limitan a las personas deprimidas. Igual que sus efectos son positivos en éstas, lo son en cualquiera que haga ejercicio y desee ser un poco más feliz a lo largo del día.

2. Duerme más: serás menos susceptible ante las emociones negativas.

Dormir es muy importante para que el cuerpo se recupere de su actividad diaria, y tiene efectos muy positivos en nuestra alegría. Así lo confirman Po Bronson y Ashley Merryman en NurtureShockdonde aluden al hecho de que los estímulos negativos se procesan en la amígdala y los positivos y los neutrales en el hipocampo. La falta de sueño afecta con mayor intensidad al hipocampo, por lo que las personas que duermen mal tienen mayor tendencia a recordar con intensidad los eventos negativos y a olvidar los positivos.
La afirmación se sustenta con un experimento realizado por Walker en el que una serie de universitarios privados de sueño debían memorizar una lista de palabras. Recordaban el 81% de las palabras negativas, como cáncer, y sólo el 31% de las palabras positivas o neutras, como sol o baloncesto.
El humor con que afrontamos las primeras horas del día puede condicionar la jornada completa, de modo que es importante descansar bien.

3. Pasa más tiempo con los amigos y la familia.

Suena tópico, pero no haber pasado el tiempo suficiente con los amigos y la familia es uno de los principales arrepentimientos que expresa la gente antes de morir. Interactuar con aquellos que nos aprecian y a los que apreciamos revierte positivamente en nuestro estado de ánimo. Así lo explica Daniel Gilbert, profesor de psicología de Harvard: "Somos felices cuando tenemos familia y somos felices cuando tenemos amigos, y casi todas las otras cosas que creemos que nos hacen felices son, en realidad, vías para tener más amigos y más familia".
En la misma línea, el estudio Terman, recogido en The Longevity Projectconcluía que las relaciones con los demás son fundamentales para vivir una vida larga y feliz: "El beneficio más claro de las relaciones sociales viene de ayudar a los demás. Aquellos que ayudaban a sus amigos y sus vecinos, aconsejando y cuidando de los demás, tendían a vivir más que el resto".

4. Sal a la calle con frecuencia.

En The Happiness Advantage Shawn Achor recomienda pasar tiempo al aire libre para aumentar la alegría y el buen humor: "Reservar tiempo para estar al aire libre cuando hace buen día proporciona grandes ventajas; un estudio reveló que pasar 20 minutos en la calle cuando hace buen tiempo no sólo propicia el buen humor, sino que desencadena la reflexión y mejora la memoria".
Así, aunque sea simplemente en el descanso para comer, reserva unos minutos al día para que te dé el aire.

5. Ayuda a los demás.

Para ser felices nosotros mismos resulta imprescindible ayudar a los demás, y 100 horas al año (dos horas a la semana) parece ser el número clave de tiempo que debemos dedicar al resto. El Journal of Happiness Studies publicó una investigación que aludía al hecho de que la gente a la que se le había encargado comprar algo para otra persona experimentaba una felicidad mucho mayor que aquellos que se habían comprado algo a sí mismos.
De la misma manera que podemos invertir dinero en los demás, podemos invertir nuestro tiempo, lo que resulta ser incluso más satisfactorio y nos proporciona grandes dosis de alegría.

6. Sonríe.

No se trata de fingir, pero sonreír nos puede hacer sentir mejor. Por supuesto, es importante que la sonrisa sea el producto de cultivar pensamientos positivos, como afirma un estudio de la Michigan State University. Éste sugiere que los que trabajan de cara al público, si fuerzan una sonrisa falsa a lo largo del día su estado de ánimo empeora y terminan por dejar el trabajo. Sin embargo, aquellos que sonríen como resultado de pensar en cosas positivas mejoran su estado de ánimo y están más alegres.

7. Planea un viaje, aunque no vayas a hacerlo.

El mero hecho de planear un viaje o un descanso del trabajo puede contribuir al bienestar. Un estudio publicado en el Applied Research in Quality Life mostraba que el mayor pico de felicidad se experimentaba durante la planificación de las vacaciones, más que durante el propio viaje.
Ello está ligado al sentimiento de anticipación. Como refiere también Shawn Achor, "un estudio reveló que en la gente que pensaba que iba a ver su película favorita se elevaban los niveles de endorfina un 27%".

8. Medita.

Un equipo de investigación del Massachusetts General Hospital realizó escáneres cerebrales a 16 personas antes y después de su participación en un curso de meditación de ocho semanas. El estudio, publicado en Psychiatry Research: Neuroimaging, concluía que tras completar el curso las partes del cerebro asociadas con la compasión y la consciencia propia habían crecido, mientras que las partes relacionadas con el estrés se reducían.
Además, meditar suele relajarnos y clarificar nuestra mente, lo que también contribuye a nuestra propia felicidad.

9. Múdate cerca del trabajo.

El tiempo que nos cuesta llegar al lugar del trabajo tiene un gran impacto en nuestra felicidad. Al fin y al cabo, es algo que hacemos dos veces al día, cinco días a la semana, y la gente a la que le lleva mucho tiempo desplazarse o que lo hace de manera incómoda es menos feliz. Así lo dice The Art of Manliness: "Mientras que muchas condiciones no afectan a nuestra felicidad a largo plazo porque nos acostumbramos a ellas, nunca nos acostumbramos al esfuerzo diario de ir al trabajo. A veces el tráfico es espantoso y a veces no". Así lo decía también Gilbert: "Conducir en un atasco es un tipo distinto de infierno cada día".

10. Practica la gratitud.


Estar agradecidos por las cosas que tenemos –lo que implica valorarlas en su justa medida– es muy importante para ser conscientes de nuestra felicidad y disfrutarla más. De hecho, los participantes de un experimento ligado a la gratitud debían, en primer lugar, escribir una lista de las cosas por las que estaban agradecidos, y ese simple hecho ya mejoró su estado de ánimo. Siempre de acuerdo con el refranero español, para el que "es de bien nacido ser agradecido".

lunes, 27 de enero de 2014

Para Qué Sirve Una Amiga



A algunos se les escapa demasiado rápido un “esa es mi amiga”. Para mí, son los que no saben filtrar y tratar, significa que no valoran lo que es una amistad verdadera y lo que supone. Yo considero que conocidos tengo muchos, a puñados, unos más tratables, otros más especiales, pero lo que son realmente amigas, por las que haría cualquier cosa, las cuento con los dedos de una mano. Las cosas claras. Y si ya son transparentes, mejor. No es algo que trate a la ligera.

Y eso es porque las amigas verdaderas son tan difíciles de encontrar como dos gotas de agua idénticas. Es que no se encuentran todos los días. Ni todos los años. La buena amistad son años de confianza, momentos demasiado memorables y empujones acertados. Es conocerse hasta el punto de saber sus flaquezas y poder predecir sus movimientos. Es hacer terapia durante una ruptura sin importar las horas día tras día, y si es en una azotea con brisa veraniega mejor. Es luchar juntas contra viento y marea y lo que toque. Es saber que realmente va a estar ahí a pesar de las consecuencias porque te lo ha demostrado no una ni cien veces, sino infinitas. Y sobre todo, es saber que va a haber alguien que te diga “basta” cuando nadie más se atreve.

Para mí, una amiga te da la enhorabuena cuando has actuado bien y te pone los puntos sobre las íes cuando lo has hecho mal. Una amiga no te dirá la verdad así como así, en bruto y sin pulir, sino que sabrá pasarla a través de tus filtros más personales porque es la única forma en la que sabe que te calará bien. Porque te conoce casi mejor que tu madre. Una amiga no se limitará a desearte que las cosas “te vayan bonito” sino que participará activamente en tu vida, intentando mejorarla como Dios la haya dado a entender. A su manera, que es la que más aprecias. Ambas sabéis cómo son las personas con las que queréis acabar y, sí, veranearéis todos juntos. Es indiscutible.

Con una amiga, siempre tienes unos planes fijos que no harías con absolutamente nadie más. Te da igual. Es un tema inamovible y no negociable. Punto y final. Sería una profanación absoluta incluir a otra persona en ellos. Son momentos vuestros que necesitáis para seguir adelante. Una amiga es aquella con la que vas a un concierto, perdéis a todos para meteros en el mogollón y cantáis como un par de locas. Hasta puede que os emocionéis. Una amiga es la que te convence para ir a un festival de música, después de perjurar que jamás pisarías semejante lugar, y que cuando acabe darte cuenta de que te lo has pasado como nunca.
Una amiga es con la que eres capaz de hacer noche tras noche un mano a mano y no cansarte jamás. Y que cuando os despidáis se preocupa por que hayas llegado de un pedazo a casa porque el taxista tenía pinta rara y olía mal. Pero además de salir de fiesta, una amiga es aquella con la que puedes ir a conocer lugares nuevos. O con la que ir al bar de siempre, al que habéis bautizado con vuestro propio nombre, hasta tal punto que los demás os pregunten si estáis abonadas ahí. Sabes que a ella la puedes invitar a cualquier plan bajo cualquier circunstancia porque siempre será una más.

Una amiga es la persona con la que te quieres ir a vivir. Está ya pensado todo: la zona, cómo va ser el piso y el buen plan que es. La decisión no es casualidad sino fruto de la más pura de las estrategias elaborada durante años porque ya que estamos, hay que vivir al máximo. Que dicen que la vida son dos días, pero si conseguimos estirarlo a tres, las dos sabremos que hemos vencido.

La que es amiga te pregunta por tu familia, no solo por el rollito del momento. Se interesa por tu trabajo hasta el punto de investigar sobre la empresa en la que echas nueve horas al día e informarse sobre qué se dedica. Hasta se lee los artículos del periódico que hablan de ella.
Una amiga llega a un punto en el que se acaba aprendiendo tu número de teléfono para poder contactarte si se queda sin batería, porque eres vital e imprescindible. También te comentará después de haber ido de compras un par de cosas que ha visto que te gustarían porque se conoce tus gustos a la perfección, por muy distintos que sean de los suyos.

Una amiga no es la que te escribe a todas horas contándote su vida. No es necesario. Es la que te manda un “necesito hablar contigo” y comentáis el problema en el susodicho bar o simplemente os quejáis de la vida con un té (verde, porque sino nada tiene sentido) o sucedáneo de por medio. Es la que con una mirada te ha dicho todo y más.

Una amiga es la que te dice las cosas que no te gustan oír, por muy difícil que sea a veces. Que se preocupa por ti como lo haría una hermana, o incluso más, porque ya es familia. Que sabe lo que te pasa cuando tú aún lo desconoces. Que te escribe cuando os separáis porque lo divertido es comentar la quedada. Que pese al tiempo, la distancia y alguna discusión puntual, sigáis queriendo contaros todas vuestras novedades al más mínimo detalle. Que si una de las dos deja de fumar, pues jode porque el cafecito y el marujeo no serán lo mismo pero qué más da porque se disfruta igual.

La amistad verdadera no es como el buen vino, que sólo se saborea en la mejor de las ocasiones, sino que es como una botella normal y corriente, porque está ahí, dispuesta a ser abierta y disfrutada a cualquier hora en cualquier día.

martes, 21 de enero de 2014

Lo Que Fácil Empieza, Rápido Acaba



Me dijeron una vez que “lo que fácil empieza, rápido acaba” y no le faltaba razón.

Nos gusta poseer las cosas demasiado rápido, sin sentir el deseo de llegar a tenerlas, saborear ese deseo que nos hace disfrutar más de las cosas. Parece que vivimos en una época en la que tenemos todo lo que queremos, y a quien queremos, una época en la que se acabó el ahorrar para cosas que nos gustan de verdad, en las que ligar es tan fácil como salir un día a una discoteca, decir dos gilipolleces y “conquistar” a una chica. Comprar objetos para desear uno nuevo y mejor al día siguiente; ligues de una noche, o un mes como mucho, amores por llamarlo de alguna forma iniciados sin conocerse de nada. Hemos creado una sociedad donde vivimos rápido, donde los niños quieren tener 18 años para beber, fumar y conducir; donde los jóvenes quieren huir de casa.

Vive rápido, eso no es malo, pero desea, desea un trabajo, uno con el que te sientas realizado; desea un capricho, algo que te haga sentir especial; desea un viaje, una escapada a un lugar mágico para ti; desea tanto a una persona que cuando la tengas no quieras dejarla escapar jamás. Siente cada segundo, cada instante junto a ella, siente tanto hasta que duela. Siente el deseo, el dolor al ver que se escapa, la emoción de sentir que la tienes tan cerca que casi puedes tocarla, desea tanto que incluso te de insomnio por las noches, que al despertar solo quieras saber de ella. Desea y siente, te darás cuenta que las historias difíciles son las que valen la pena, las que dejan marca, las que incluso son para siempre.

Porque no es lo mismo el baile sin la música, la caída sin el grito y el amor sin el deseo.

Los comienzos difíciles son los que valen la pena.

miércoles, 15 de enero de 2014

Y entonces… Pasó Ella

Nosotros, los hombres, criaturas chulescas, fanfarronas, irremediablemente torpes e imbéciles en la mayoría de aspectos. Nosotros, que nos regodeamos con los amigotes en el bar y damos el golpe en la barra al presumir de ideales o, al menos, al intentarlo. Nosotros, amigos míos, no somos más que un atajo de necios simplones.

Cuántas veces no ha inflado un hombre el pecho, ha alzado la voz, fruncido el ceño, con el único fin de mostrar su creída virilidad y sentirse el macho alfa al decir eso de: “Yo paso de las tías, a mí no me ata nadie”. Señor mío, acaba usted de pecar. Y que no se me enfade ni monte en cólera nadie, todos hemos dicho esas palabras o conocemos a alguien que las ha pronunciado.

Es entonces y por regla general, ante este soberbio y supuesto poderío masculino, cuando a los hombres nos llega el destino -o como quiera llamarlo usted- y nos arrea un bofetón a mano abierta en toda la cara. Es entonces cuando la vemos a ella.

Puede que la conocieses ya, y únicamente estuvieras haciendo gala de una gran hipocresía y estupidez al negarlo y mofarte de ello con los amigos. O simplemente no la hubieses visto en tu vida, y es ahora mi querido idiota, cuando le han arreado no uno, sino un par de bofetones.

Sea como fuere, bien conocida nos es  esa sensación en la que te abstraes de todo cuanto has hecho, hablado y pensado. Donde se te hiela la sangre al verla y te hierve al hablar con ella, o al ver que hace caso omiso a tu miserable existencia. Da igual que sea alta, baja, delgada, gorda, siesa, simpática y más o menos guapa. Hace que se te ponga esa cara de bobalicón empedernido y que te tiemblen las piernas como a un chiquillo asustado, lo cual, tanto has criticado con anterioridad.

Nosotros, los hombres, creemos que lo sabemos todo, que poseemos un control total, que podemos ir por el mundo haciendo caso omiso a todo cuanto nos rodea, creyéndonos los dueños. Nada más lejos de la realidad. Esa actitud es la que nos delata, la que muestra nuestra inseguridad y falta de conocimiento ante un tema tan corriente, que no fácil, como son las mujeres, como es ella. Sin embargo, continuaremos con esa misma actitud porque irremediablemente ha sido, es y será la naturaleza del hombre.

Pero permítanme decirles algo, antes de que me destripen y me tachen de  sentimentalista, fulano y aterciopelado mariposón. Por mucho que nos duela, nos moleste y no estemos dispuestos a reconocerlo, son ellas las que nos vuelven completamente locos y las que llevan los pantalones. Por ellas, el hombre más altivo y fanfarrón se bajaría las bragas porque, y perdonen la expresión, usted, amigo mío, tiene el mango, pero son ellas las que controlan, dominan y hacen lo que quieren con la sartén.

“No olvides nunca que el primer beso no se da con la boca, sino con los ojos”  

viernes, 10 de enero de 2014

Consejos Para Tener FELICIDAD



Jackson Brown es un padre preocupado por la felicidad de su hijo y por ello le escribió estos “consejos” cuando este se fue a estudiar a la Universidad, lejos de su casa. 

Su hijo decidió fotocopiarlos y los distribuyó entre sus compañeros. 

Los mensajes tuvieron tanto éxito, que una editorial le pidió autorización a Brown para editar un libro con ellos, Life's Little Instruction Book, una publicación que rápidamente se convirtió en un best seller traducido a varios idiomas. 

He aquí los consejos. Hijo: 

• Cásate con la persona correcta. De ésta decisión dependerá el 90% de tu felicidad o tu miseria. 

• Observa el amanecer por lo menos una vez al año.

• Estrecha la mano con firmeza, y mira a la gente de frente a los ojos. 

• Ten un buen equipo de música. 

• Elige a un socio de la misma manera que elegirías a un compañero de tenis: busca que sea fuerte donde tú eres débil y viceversa. 

• Desconfía de los fanfarrones: nadie alardea de lo que le sobra. 

• Recuerda los cumpleaños de la gente que te importa. 

• Evita a las personas negativas; siempre tienen un problema para cada solución. 

• Conduce coches que no sean muy caros, pero date el gusto de tener una buena casa. 

• Nunca existe una segunda oportunidad para causar una buena primera impresión. 

• No hagas comentarios sobre el peso de una persona, ni le digas a alguien que está perdiendo el pelo. Ya lo sabe. 

• Recuerda que se logra más de las personas por medio del estímulo que del reproche (dile al débil que es fuerte y lo verás hacer fuerza). 

• Nunca amenaces si no estás dispuesto a cumplir. 

• Muestra respeto extra por las personas que hacen el trabajo más pesado.

• Haz lo que creas que sea correcto, sin importar lo que otros piensen. 

• Dale una mano a tu hijo cada vez que tengas la oportunidad. Llegará el momento en que ya no te dejará hacerlo. 

• Aprende a mirar a la gente desde sus sandalias y no desde las tuyas. 

• Ubica tus pretensiones en el marco de tus posibilidades.

• Recuerda el viejo proverbio: sin deudas, no hay peligros ni problemas. 

• No hay nada más difícil que responder a las preguntas de los necios. 

• Aprende a compartir con los demás y descubre la alegría de ser útil a tu prójimo. El que no vive para servir, no sirve para vivir. 

• Acude a tus compromisos a tiempo. La puntualidad es el respeto por el tiempo ajeno. 

• Confía en la gente, pero cierra tu coche con llave. 

• Recuerda que el gran amor y el gran desafío incluyen también 'el gran riesgo'. 

• Nunca confundas riqueza con éxito. 

• No pierdas nunca el sentido del humor y aprende a reírte de tus propios defectos. 

• No esperes que otro sepa lo que quieres si no lo dices. 

• Aunque tengas una posición holgada, haz que tus hijos paguen parte de sus estudios. 

• Haz dos copias de las fotos que saques y envíalas a las personas que aparezcan en las fotos. 

• Trata a tus empleados con el mismo respeto con que tratas a tus clientes. 

• No olvides que el silencio es a veces la mejor respuesta. 

• No deseches una buena idea porque no te gusta de quien viene. 

• Nunca compres un colchón barato: nos pasamos la tercera parte de nuestra vida encima de él. 

• No confundas confort con felicidad. 

• Nunca compres nada eléctrico en una feria artesanal. 

• Escucha el doble de lo que hablas (por eso tenemos dos oídos y una sola boca). 

• Cuando necesites un consejo profesional, pídelo a profesionales y no a amigos. 

• Aprende a distinguir quiénes son tus amigos y quiénes son tus enemigos. 

• Nunca envidies: la envidia es el homenaje que la mediocridad le rinde al talento. 

• Recuerda que la felicidad no es una meta sino un camino: disfruta mientras lo recorres. 

• Si no quieres sentirte frustrado, no te pongas metas imposibles. 

• La gente más feliz no necesariamente tiene lo mejor de todo.