¿Cuántas parejas no se
habrán formado en las carreras? Aquí la reflexión de una corredora que encontró
a su media naranja ahí.
Enamorarte de un corredor puede ser
muy peligroso. Si no quieres una vida intensa, emocionante, llena de retos y de
energía, mejor no te enamores de un corredor.
No te enamores de un corredor si no
quieres una persona dedicada, determinada y comprometida al lado de ti. No te
enamores de él si no puedes dar lo mismo tú, porque los corredores saben
comprometerse, saben conquistar una meta y saben que tienen que trabajar para
lograrla.
No te enamores de un corredor si no te
gustan las personas orientadas a resultados, que saben planear y que tienen un
gran control mental. No te enamores de él, si no sabrás respetar sus
prioridades, si no sabrás apoyar su pasión y no querrás cambiar una desvelada
por una desmañanada para echarle porras.
No te enamores de un corredor si no
sabes disfrutar un paisaje en silencio, sólo respirando. Mucho menos te
enamores de él si es maratonista. Eso te obligaría a sacrificarte con
increíbles cenas llenas de carbohidratos y pasada su competencia, tendrías que
lidiar con alguien que cree que lo puede lograr cualquier cosa en la vida -y en
realidad sí puede-. Ten cuidado, los maratonistas no pueden correr sólo uno y
terminarás viajando con él para echarle porras en diferentes lugares.
Correr es adictivo, los corredores son
adictos a las endorfinas, si te gusta el drama y no quieres a alguien que sepa
enfrentar un problema en calma, alguien que sepa tomar la vida con filosofía,
pero que se reta a sí mismo y que le gusta ser exitoso, entonces, no te
enamores de un corredor. No te enamores de él, sabe llorar ante la felicidad y
ante el fracaso.
Los corredores piensan con claridad
–la mayor parte del tiempo– y después de correr tendrán muchas más ideas para
resolver un problema de las que se te puedan ocurrir a ti. Correr regularmente
ayuda a tener un mejor estado de ánimo y calmar la ansiedad, además mejora la
memoria. Un corredor no va a olvidar nunca tu aniversario. Huye de él si tú
vives en el estrés, porque si no lo haces tú, es muy probable que él sí salga
corriendo.
Los corredores tienen resistencia
mental y física. Un estudio de la Universidad de Harvard demostró que los
hombres mayores de 50 años que corren por lo menos tres horas a la semana
reducen en 30 por ciento el riesgo de tener impotencia respecto a los que hacen
poco o nada de ejercicio. Punto para los corredores.
Con un corredor corres el riesgo de
tomar muchos riesgos y generar una adicción a ambas cosas, a los riesgos y al
corredor.
Con conocimiento de causa te advierto,
que si no quieres todo eso, y no quieres ser inmensamente feliz, entonces,
¡huye! ¡Aléjate del corredor! De lo contrario, te vas a contagiar y entonces sí
qué peligro: correrás, sonreirás, viajarás, llorarás y todo te parecerá más
fácil. Por si fuera poco, si te contagia y corren juntos, las endorfinas lo
harán creer que eres el ser más hermoso sobre la tierra, aún cuando estás en tu
peor look.
Yo ya me encontré con el mío y no lo
suelto por nada, porque al menos yo, no podría enamorarme de alguien que no
viva la vida con intensidad.
*Fuente: loqueveomientrascorro.com