En
lo referente al ejercicio hay dos bandos que separan a los mortales: los que
sienten pasión por trabajar su cuerpo y los que consideran que el deporte es
una tortura.
Los
científicos estudian los procesos del organismo para entender qué hay detrás de
las actitudes hacia el ejercicio, factores que expliquen por qué algunas personas disfrutan de
la actividad física y otras no.
Hasta
ahora hay una conclusión: la manera de interpretar las sensaciones corporales
durante y después del ejercicio desempeña un papel fundamental a la hora de
disfrutar. Según investigadores de la Universidad de Lowa, la capacidad física
de muchas personas podría ser muy inferior de lo que se piensa y con frecuencia
rebasan sus límites sin ser conscientes. En
el caso de las personas sedentarias, algo tan sencillo como preparar la cena ya
puede suponer una experiencia agotadora.
Desde
los ciudadanos que manejan con destreza el mando a distancia a los atletas, todo el mundo tiene capacidad física
para el esfuerzo, que depende de factores genéticos como la capacidad pulmonar
o el transporte de oxígeno. Muchas personas sedentarias se
extralimitan en ritmo o en intensidad cuando empiezan a practicar ejercicio, lo
que hace que acaben detestando la actividad o que se rindan.
Todo
gira en torno a lo que se conoce como umbral
ventilatorio. Cuando la gente respira, expulsa una cantidad de
dióxido de carbono por lo general igual a la cantidad de oxígeno que se inspira.
Pero cuando se supera ese límite, la exhalación de dióxido de carbono comienza
a superar a la entrada de oxígeno, una señal de que los músculos tienen más
nivel de ácido, algo nocivo para el organismo.
Panteleimon
Ekkekakis, profesor en Lowa, afirma que con el uso de técnicas como escuchar música, la gente puede llegar
a sentirse bien incluso cuando supera su límite de respiración. Y, aunque ese
umbral y la capacidad máxima pueden incrementarse gradualmente, los aficionados
han de acumular suficientes experiencias positivas para decidir practicar
ejercicio de forma habitual.
Los
investigadores han encontrado varios
factores psicológicos y trucos cognitivos que pueden ayudar a incrementar la
motivación. Los tres que parecen fundamentales son hasta qué
punto una persona se siente capaz, si tiene la sensación de que puede elegir
hasta dónde llegar y si la actividad fomenta las relaciones sociales.
Sharon
Wienbar, empresaria de capital riesgo, se aficionó a remar a los 48 años.
"Es como si se me encendiera una chispa. Ahora es parte de mí".
Aunque de niña no destacaba por su facilidad para la gimnasia, ahora le encanta
la sensación de ponerse al límite. "Tengo una forma física mucho mejor que
hace 10 años". Nunca es Tarde para Empezar.
Ejercicio Si, Ejercicio No. Esa es la Cuestión.
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