Es como si
quisieras acercarte a lo que es de verdad, y en vez de mirar lo que le falta a esa
persona (es decir, la mirada negativa, la que ve el modelo de cómo hay que
ser), vieras la calidad que tiene. Y eso
hace que la persona se sienta valorada y comprendida.
Conectas con esa misma calidad que eres, a
través del otro, y una vez allí quizá puedas señalar cosas que a lo mejor ves
deficitarias, pero no lo dirás desde una
crítica, desde un modelo, sino desde la realidad de la persona.
Siempre puedes conectar con la vida que hay
en las personas, aunque a veces haya mucho tapón. Todas las relaciones te dan esta posibilidad de contactar con la vida,
en vez de convertirlas en un examen. Además, cuando estás en esta dinámica,
las personas se sienten muy cómodas contigo. Esto favorece una relación fluida
y profunda, lo cual os llena a ti y al otro. Por el contrario, si hay una
exigencia, el otro se incomoda y se defiende, y entonces no está a gusto…
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